jueves, 11 de septiembre de 2014

El fugaz sentido de la existencia



Llegó la hora de salir y rodar por el mundo,
transitar por calles a horas indebidas,
robar miradas de una sola noche,
sonreír por tonterías.
Llego la hora de reinventarme,
de decir verdades,
esconderme menos,
de construir mi propio monumento.
Y ver un espectáculo de fuegos artificiales
desplomándose sobre mi cabeza,
con efervescentes estimulantes,
bebidas neón,
luces brillantes hasta llegar al callejón.
Llego la hora de pintar las calles
y decir "que aburrida su vida",
hay que teñir todo de un nuevo color,
de rojo,
de pasión.
Llegó la hora de estimular algo más que mi imaginación,
saber apreciar siluetas
que entre sombras
dejan caer sus pieles, cual víboras,
y devoran.
Llegó la hora de cambiar la historia,
pero ¿sabes?
Nada tiene sentido si no estás conmigo.

Melancolía de media noche




Suena el reloj.
Las horas corren sin que aparte los ojos de la arena.
Desesperación.
Tengo un océano viviendo entre mis ojos.
Y ballenas en mi mente que preguntan:
¿Ahora qué?
Y simplemente no sé cómo desdibujar de mi mente tu presencia,
no sé cómo borrarme este sabor a ti,
esta añoranza de las sonrisas , de los besos, de los abrazos.
No sé qué hacer en las noches,
en que como Neruda,
podría escribir los versos más tristes
con mis venas fluyendo por el piso.
En un día cualquiera,
el menos pensado,
plasmaré mi mejor poema,
envuelto en egoísmo y pecado,
escribiré con sangre
esto que ya no se puede decir de otra forma:

Amor, no me he equivocado. 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Nunca estaré listo




Nunca estaré listo,
aunque las luces se enciendan,
aunque la función se acabe,
querré una y otra vez volver a la obra.
Y es que esto no se termina,
no para mí,
pues mis labios aún tienen la forma de los tuyos,
y mis manos recuerdan la textura de tu piel,
que en medio de caricias mudas, me hicieron renacer.
Aún siento el sabor de tu sudor que se deslizaba por tu espalda
en aquellas noches eternas
donde tu jadeo inquietante  me impulsaba
a morir por segundos entre el mórbido deseo
de sabernos unidos en un mismo cuerpo.
Nunca estaré listo,
porque hacerlo significaría rendirme ante el destino,
a perder la guerra iniciada contra mi mismo.
Y aunque desisto,
 no me rindo, no me resigno,
¿En verdad he sido vencido?

martes, 2 de septiembre de 2014

La última vez



Te vi la última vez
y fue como haber visto NADA.
Millones de voces plagadas de silencios,
tanto bla bla bla sobre el clima o
de las evocaciones de la noche anterior.
Te vi la última vez
y fue percatarme que ya no eres mi espejo,
tu silueta ya no es la mía,
tu sombra es distinta,
ya no te anhelo.
Y me vienen a la mente recuerdos,
tan lejanos como el primer hombre que pisó la luna
(si es que lo hizo)
y dudas torturantes me invaden
(si es que lo hacen)
¿Son recuerdos o premoniciones?
Te vi la última vez
y llegué a casa a comer un pan con mantequilla,
necesitaba darte un abrazo,
o que tú me lo dieras.
Pero había tanta mierda por doquier,
que acercarnos hubiera sido putrefactamente imprudente…