Hubiera deseado no nacer
o haber llegado tarde aquel día,
aparecer como quien dejó
el corazón el la alcoba,
aparecer vacío y sin sueños.
No fue así.
Hoy tengo un smartphone
lleno de recuerdos,
versos no escritos
sobre indescifrables selfies
inmortalizadas fugazmente sobre las redes
que tejen y destejen todo
antes de que el suspiro termine,
antes de que el anhelo sea algo,
o sea nada.
Hubiera deseado no llegar,
disculparme con la tonta excusa
del zapato roto.
Ignorar, ignorarme,
seguir de largo,
quizás retroceder
y ver atrás.
No fue así.
Llegué, estúpidamente llegué,
probé tus labios,
(mi fin)
y desde entonces no soy yo:
Me convertiste en otro.